Como profesores, reconocemos el papel fundamental que desempeña la retroalimentación a los alumnos: instruir en los progresos e inspirar la motivación y los logros de los estudiantes. Un feedback eficaz les ayuda a aprender y mejorar, mostrándoles dónde deben hacer ajustes. Pero la información eficaz a los estudiantes va más allá de “¡Buen trabajo!” o “No te estás esforzando lo suficiente”, ya que no les informa exactamente de lo que es bueno de su trabajo y, en concreto, de lo que requiere mejoras. En el mejor de los casos, los comentarios no estructurados no aportan nada al estudiante, pero en el peor, pueden llegar a desmotivarle en el proceso de aprendizaje y hacer que los estudiantes no lean ni tengan en cuenta los comentarios posteriores una vez que los perciben como no útiles o desalentadores.
En pocas palabras, una retroalimentación eficaz es la información sobre el propio rendimiento en relación con el objetivo de la tarea. Si no hay un objetivo, la retroalimentación no tiene sentido. Se asemeja a esta escena tomada de Alicia en el País de las Maravillas:
Por lo tanto, uno de los elementos clave a la hora de dar feedback a los estudiantes es centrarse en los objetivos. Además, ser oportuno, específico y profesional son otros elementos que deben tenerse en cuenta a la hora de dar retroalimentación a los estudiantes.
Elementos de una retroalimentación eficaz
1. El feedback debe centrarse en los objetivos
Los objetivos se refieren a los resultados del aprendizaje. A la hora de informar a los alumnos, puede hacer referencia a los resultados del aprendizaje, al grado de consecución de dichos resultados por parte de los alumnos y a los aspectos en los que se han quedado cortos.
A veces, los comentarios a los alumnos pueden plantearse en forma de preguntas para fomentar la autoevaluación. Por ejemplo: “Uno de los objetivos de aprendizaje es distinguir entre el sesgo de anclaje y el sesgo por defecto. ¿Qué parte de su respuesta pone de relieve las diferencias y cómo pueden destacarse más claramente?”.
Llamar regularmente la atención de los alumnos sobre los resultados del aprendizaje les ayuda a tener presente el fin, animándoles a evaluar su propio trabajo en comparación con los resultados del aprendizaje.
2. La retroalimentación se proporciona a tiempo
Una retroalimentación eficaz muestra a los estudiantes cómo hacer cambios durante el proceso y no al final, cuando ya no hay vuelta atrás. Si el lapso de tiempo es demasiado grande, el estudiante puede no tener tiempo suficiente para incorporar esos comentarios en la siguiente tarea antes de que se le entregue y, por tanto, podría volver a cometer los mismos errores.
Como ejemplo de retroalimentación dada durante el proceso, digamos que usted ve un párrafo en el borrador de un ensayo y le dice a su estudiante que cierta parte necesita más detalles – señale por qué y cómo se relaciona con el resultado de aprendizaje. Así, en lugar de recibir una redacción calificada con ese comentario (cuando no hay nada más que el alumno pueda hacer para mejorar la nota), puede añadir ese detalle enseguida porque sabe lo que buscaba su profesor.
3. Los comentarios son específicos
En lugar de limitarse a hacer comentarios vagos, proporcione detalles concretos sobre lo que el alumno está haciendo bien y en qué debe mejorar. Por ejemplo, en lugar de “Buen argumento, pero no bien expuesto”, diga “ha expuesto un argumento excelente en el apartado 3; sin embargo, habría sido aún más sólido si hubiera utilizado ejemplos más relevantes”. La forma de ayudarle como profesor es pensar en los pasos prácticos que pueden dar sus alumnos para mejorar su trabajo y comunicárselo de forma clara y concisa.
Ser específico es importante porque, en primer lugar, permite al alumno identificar lo que necesita mejorar para tener éxito. En segundo lugar, refuerza el comportamiento positivo cuando el alumno hace algo bien. En tercer lugar, evita la confusión al ser clara y concisa. En cuarto lugar, mantiene motivado al alumno al mostrarle que se tienen en cuenta sus progresos. Una retroalimentación adecuada puede ayudar al alumno a ser más consciente de sus puntos fuertes y débiles para crecer como individuo.
4. Los comentarios se hacen con profesionalidad
He aquí tres puntos sobre cómo hacerlo:
Incluya afirmaciones positivas y negativas: Céntrate tanto en los aspectos positivos del rendimiento del alumno como en sus puntos débiles. Los alumnos se desvincularán del proceso si usted se limita a señalar sus errores. Por lo tanto, destacar los aspectos positivos puede ayudar a los estudiantes a sentirse mejor consigo mismos a largo plazo, incluso si todavía tienen que mejorar ciertas áreas de su trabajo.
Elija sus palabras con cuidado: Al dar tu opinión, es importante tener en cuenta que algunas frases pueden parecer condescendientes o evocar sentimientos de incapacidad en el alumno que las recibe.
Reconozca las mejoras: Por último, reconozca los progresos realizados cuando se produzcan; compare los trabajos anteriores con los más recientes y señale lo que ha mejorado con el tiempo, por ejemplo: “¡Parece que realmente estás mejorando! Los ejemplos que has puesto están explicados con más claridad que antes”.
Consideraciones a tener en cuenta al dar retroalimentación a los estudiantes
La retroalimentación efectiva a los estudiantes puede darse de un par de maneras, principalmente escrita u oral, pero independientemente del modo, siempre debemos tener en cuenta los sentimientos de los estudiantes que la reciben. Esto contribuye a crear un entorno de aprendizaje seguro y de confianza que permite a los alumnos prosperar.
Los comentarios constructivos para los estudiantes también es mejor darlos en privado. Lamentablemente, es posible que los profesores hayan experimentado alguna situación en la que se da un feedback negativo y público a alumnos individuales delante de la clase, ya que la mayoría de los profesores deben gestionar un gran grupo de alumnos a la vez. Pero hay que tener en cuenta los sentimientos de los alumnos, ya que sólo aprenderán de los errores cuando se sientan animados a hacerlo y no sientan que han fracasado.
Para proporcionar retroalimentación a un grupo sin avergonzar a nadie, será aconsejable resumir los errores comunes cometidos y repasarlos en clase o, aún así, se podrían compartir trabajos mal hechos para debatirlos, pero escogiendo los de clases de años anteriores (con los nombres tapados).
Estructura de la retroalimentación
Una forma sencilla pero eficaz de estructurar tus comentarios es incluir lo que va bien, lo que deberían empezar a hacer y lo que deberían evitar hacer con el método de continuar, empezar, parar.
Continuar: Se refiere a los aspectos positivos del trabajo del alumno, por lo que debe continuar. Por ejemplo: “Ha conseguido explicar este concepto con suficiente profundidad y ha reforzado su comprensión con la aportación de múltiples ejemplos relevantes, ¡continúe haciéndolo en el futuro!”.
Inicio: Serán las cualidades de la tarea que el alumno aún no ha demostrado, y los pasos prácticos que puede dar para mejorar sus tareas posteriores.
Dejar de hacer: Dar retroalimentación a los estudiantes para este componente requiere una mayor sensibilidad, ya que se trata de los aspectos menos que ideales de la tarea que el estudiante debe dejar de hacer. Será fundamental justificarlo, ya que así los estudiantes comprenderán cómo puede afectar ese aspecto negativo a la tarea.
Los puntos “Start” y “Stop” podrían combinarse perfectamente a la hora de dar feedback a los alumnos. Por ejemplo: “He observado que, aunque ha dado un ejemplo, podría examinar de nuevo la pregunta para comprender mejor lo que pide y proporcionar ejemplos más pertinentes. Haciendo esto demostrarás tu profundidad de comprensión, mientras que los ejemplos que no sean del todo relevantes pondrán de manifiesto la falta de ella.”
Conclusión
En resumen, como profesores, debemos tener en cuenta los elementos de un buen feedback a la hora de redactar uno, o de comunicarlo verbalmente a nuestros alumnos. Cuando los estudiantes reciben información oportuna y específica de forma respetuosa y estructurada, se les anima a participar activamente en su propia educación. Dar una retroalimentación eficaz a los estudiantes puede inspirarles a ser responsables de sí mismos, así como darles un refuerzo positivo cuando algo sale bien.